El tiempo no detuvo su relación. Fue el polvo que quedó tras las cenizas de un amor que nacía de una amistad duradera. Bokuto creía que el tiempo no podría detenerlos, pero cuando quiso darse cuenta ya estaba perdido en el desierto y Akaashi no le seguía. Akaashi creía que quemando hasta las cenizas podría deshacerse del cariño y del amor que le procesaba a su capitán. Sin embargo, su corazón era más idiota de lo que pensaba y guardó el polvo para no perder la esperanza. Este es el principio de cómo sus corazones se volvieron ciegos. Este es el declive de cómo ahora añoran el tiempo, las palabras y el momento que pudieron cambiar el transcurso de sus vidas. Y este es el vacío de cómo tuvieron que vivir con los restos de sí mismos.