En el vacío de la noche, justo cuando nuestras cuencas se sellan para permitirnos unas horas de descanso, justo en ese momento empieza nuestro recorrido mental.
Los infinitos pensamientos, abrumadores, caóticos, dañinos y a veces por suerte hermosos empiezan a nacer, a florecer como una rosa en la hermosa mañana primaveral y no paran, no cesan de tomar fuerzas y volverse cada vez más y más grandes, cada vez más y más intensos haciendo que nuestras ganas de apagarlos se conviertan en un angustiante cero, dónde nuestra única, más insólita y masoquista opción es seguirle el ritmo.
Ya no solo aparecen cuando la luna hace de vigía en la cima del infinito cielo, ahora atormentan nuestras mentes al poner nuestros pies descalzos y soñolientos en el frío y a veces molesto suelo de nuestra habitación. También resurgen cuando observas tu mañanero reflejo en el cristal mostrador de nuestros temores. Aparecen cuando se nos presenta la oportunidad de crecer, de dar más de sí mismos llegando a un punto en donde esos pensamientos, esos enemigos te consumen trasladándote al inicio de un estenso laberinto casi interminable mientras ellos se adueñan de todo tu ser convirtiéndote en tu peor enemigo.
Dicho así parece el reto más aterrador de toda la inexplorable existencia, pero...
Y si en vez de quedarnos en un rincón de aquel laberinto, de aquel lugar lleno de monstruos capaces de dañarte en los lugares más específicos, en los lugares donde sangrarás y dolerá demasiado. Si en vez de dejar que te dañen, te levantas, herido, temeroso, pero te levantas y a pasos lentos, de a poco y batallando con cada gota de fuerza y de amor que creas, logras llegar un poquito más hacia esa salida.
El laberinto mental creado por esos monstruos de tu interior, por esos monstruos denominados pensamientos dañinos, no es imposible de cruzar. Es difícil, doloroso y a veces algo demasiado inalcanzable pero !SI SE PUEDE! y encontraremos la añorada salida juntos.Все права защищены