En el vacío de la noche, justo cuando nuestras cuencas se sellan para permitirnos unas horas de descanso, justo en ese momento empieza nuestro recorrido mental.
Los infinitos pensamientos, abrumadores, caóticos, dañinos y a veces por suerte hermosos empiezan a nacer, a florecer como una rosa en la hermosa mañana primaveral y no paran, no cesan de tomar fuerzas y volverse cada vez más y más grandes, cada vez más y más intensos haciendo que nuestras ganas de apagarlos se conviertan en un angustiante cero, dónde nuestra única, más insólita y masoquista opción es seguirle el ritmo.
Ya no solo aparecen cuando la luna hace de vigía en la cima del infinito cielo, ahora atormentan nuestras mentes al poner nuestros pies descalzos y soñolientos en el frío y a veces molesto suelo de nuestra habitación. También resurgen cuando observas tu mañanero reflejo en el cristal mostrador de nuestros temores. Aparecen cuando se nos presenta la oportunidad de crecer, de dar más de sí mismos llegando a un punto en donde esos pensamientos, esos enemigos te consumen trasladándote al inicio de un estenso laberinto casi interminable mientras ellos se adueñan de todo tu ser convirtiéndote en tu peor enemigo.
Dicho así parece el reto más aterrador de toda la inexplorable existencia, pero...
Y si en vez de quedarnos en un rincón de aquel laberinto, de aquel lugar lleno de monstruos capaces de dañarte en los lugares más específicos, en los lugares donde sangrarás y dolerá demasiado. Si en vez de dejar que te dañen, te levantas, herido, temeroso, pero te levantas y a pasos lentos, de a poco y batallando con cada gota de fuerza y de amor que creas, logras llegar un poquito más hacia esa salida.
El laberinto mental creado por esos monstruos de tu interior, por esos monstruos denominados pensamientos dañinos, no es imposible de cruzar. Es difícil, doloroso y a veces algo demasiado inalcanzable pero !SI SE PUEDE! y encontraremos la añorada salida juntos.
Estamos atravesando la cultura del sufrimiento. Una cultura que revive nuestras facultades de victimizarnos por todo, estas sensaciones de culpa se transmiten de padres a hijos, de profesores a alumnos, entre amigos, compañeros y hasta la propia pareja.
Nos dejamos caer en ella y le otorgamos más poder sobre nuestra vida que la que tenemos nosotros mismos.
Las creencias son el primer factor de influencia de esta programación. Creemos que creemos en esto que nos dicen. Pero ocurre que nadie puede ordenarte que sentir, como pensar, a quien extrañar y en que creer. Esas son tus decisiones y dejarte caer en la cultura del sufrimiento que hace del dolor un dios, del fracaso un atractivo, de la pobreza un honor, de la muerte un ritual, de odio un orgullo y de la ira un patrimonio es también tu decisión.
No puedo, no nací para esto, no sé qué hacer... son las frases que nos repetimos para devastar nuestra autoestima. Y a raíz de esto es que un día nos descubrimos en el fondo de la piscina y cuando estamos en el fondo de la piscina solo hay un lugar hacia dónde ir: hacia arriba, somos como un pájaro bebé que se ha caído del nido y quiere más que nada regresar al nido, pero no se da cuenta que no necesita el nido, necesita volar...
Este libro está especialmente diseñado para que des ese paso fundamental de la persona que eres, a la persona que realmente quieres ser...