En un Japón donde los dioses dictaban destinos con sangre y los yōkai susurraban pactos prohibidos, un amor floreció atreviéndose a desafiar las leyes más antiguas. En un universo donde a los dioses se les prohíbe sentir, ese atrevimiento se paga con la caída: renacer sin memoria, sin poder, sin pasado... y con la tenue esperanza de no volver a amar jamás.
Él, un oni forjado en la guerra y el dolor.
Ella, una deidad nacida de la luz más pura.
Sus almas se entrelazaron donde ninguna ley divina lo permitía.
Y por ese pecado... fueron separados por la eternidad.
Meliodas, el guerrero maldito, recorre un mundo que ya no le pertenece, atrapado entre su promesa y su furia. Durante más de tres mil años ha combatido su oscuridad, protegiendo a los suyos, esperando el regreso de la única que calmó su corazón. Pero el tiempo no cura: sólo devora.
Y cada día que pasa, él olvida un poco más cómo sonreír.
Elizabeth... ha renacido.
Humana. Frágil. Ignorante del pasado que duerme en su alma.
Sin memoria de su poder ni del amor que una vez desafió al universo, sobrevive en una aldea donde es silenciada, donde su luz es apagada poco a poco.
Y aún así, su alma tiembla cada vez que el viento susurra su nombre.
Algo la llama.
Algo que no entiende... pero no puede ignorar.
El mundo se agita.
El destino despierta.
Y las antiguas promesas están a punto de cumplirse.
Cuando la diosa recuerde lo que fue,
y el oni haya olvidado cómo amar,
sus caminos volverán a cruzarse.
No como amantes...
sino como enemigos.
Porque incluso el amor más eterno, si es olvidado, puede renacer como maldición.
Y aunque las estrellas hayan callado... el amor aún susurra:
"Si el mundo te ha olvidado, yo recordaré por los dos. Te encontraré... aunque me cueste toda la eternidad."
Han pasado 1000 años del la trágica separación de Meliodas y __, como dice en su maldición ella reencarno como demonio en esta nueva vida.
Meliodas en sus sueños recordaba a una joven que solo era visibles sus ojos, ya que estos eran únicos porque nadie portaba los ojos que ella tenía.
Cuando un día en la entrada del castillo una joven de cabellos oscuros y mirada triste busca ayuda para poder sostener, pero Meliodas al cautivarse por su belleza está la deja entrar a la vida en el castillo con una sola condición.
Ser su protegida..... Pero a pesar de los años o incluso después de la muerte, el hilo rojo que une a estos dos no a podido romperse y la vida o el destino haga que estos dos recuerden, a pesar de que una maldición siniestra está dentro de ella.