«Porque todo lo que soy ahora, es un simple alimento».
Goldie supo cuál sería su destino una vez su mirada se cruzó con aquellos ojos, cuando aquellas palabras salieron de su boca y cuando tantas personas llegaron a su casa.
Toda vida pacífica que hasta ahora había tenido, se vio cortada sin piedad y terminó envuelta en estudios que nunca hubiese querido saber.
Su futuro había sido decidido.
Mirando sus manos, se preguntó varias veces «¿Sigo siendo una humana?» el trato que recibía no era malo, si no todo lo contrario. Sus 'educadores' la trataron siempre bien, y las personas de altos rangos siempre fueron respetuosos. Aún así, Goldie sabía que hace tiempo había dejado de ser tratada como un humano normal.
Ella era un sacrificio, era comida. Era un alimento obligado a ceder ante las palabras de seres superiores que vivían en ese mundo, respetados por el temor de su fuerza sobrenatural y sus poderes. Ella sólo debía agachar la cabeza y callar una vez clavasen sus afilados colmillos en su piel, arrebatandole parte de su esencia vital entre la sangre que brotaria de su cuerpo.
Aun así, lo acepto, tuvo que hacerlo sin opción. No importaba cuanto odiase la situación, cuanto miedo tuviese, fue obligada para ser el perfecto sacrificio que llegaría y brindaria todo de ella a esos seres que la gran mayoría de humanos temian.
Pero cuando el carruaje llegó, supo que no habría vuelta atrás y que no podría escapar.
Ahora tenía que convivir con una gran diversidad de vampiros en la famosa mansión Night Raven del bosque oscuro, de diferentes líneas y cada uno con una historia que guardaba.
Siempre se le fue dicho que tuviese cuidado con los vampiros, ¿pero que sucede cuando Goldie se ve involucrada con ellos, descubriendo que no son tan terroríficos como pensaba?