La mayor parte de mi infancia y adolescencia la he pasado solo, sin amigos, algo que nunca me ha importado mucho, para mí: un buen libro siempre será mejor compañía que una persona.
Pero nada es constante y todo cambia, ley de la vida.
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Aún no logro entender del todo las cosas que una sola persona te puede hacer sentir, algo así como; dormir en las nubes, aunque a veces fueran tormentosas, o hablar con las estrellas, con el único de talle de que, si lo haces demasiado cerca, podrías quemarte.
Nunca me he interesado mucho por la vida de cualquiera que no sea yo, pero por alguna razón, él, entre tantos, se me hizo muy difícil de ignorar.
Fue entonces cuando la frase "la mente olvida, pero el corazón recuerda", tuvo sentido en mi vida.
Puede parecer repentino pero ¿Morirías por amor? ¿Qué tanto debes de querer a una persona cómo para sacrificarlo todo..?
Fueron las preguntas que más me hice, y que, después, pude responder.
Maldito sea el tiempo, malditos sean todos los que te hirieron,y maldito sea yo, por no poder hacer nada por tí.
El amor real no es como en los libros y eso me asusta, no todos podemos tener un final feliz, pero eso no te incluye a ti.
Arthur Zaens, un multimillonario frío y desalmado que ha vivido en la oscuridad desde la desaparición de su esposa, dejándolo solo con sus dos hijas gemelas. Desesperado por encontrar una niñera que cumpla con sus estrictas expectativas, Arthur conoce a Lía, una ex escritora y editora recomendada por un amigo. Aunque su relación comienza de manera conflictiva, con discusiones y malentendidos desde su primer encuentro en un bar, Lía se convierte en la persona que poco a poco transformará la vida de Arthur y de sus hijas, desafiando su frialdad y cambiando su mundo para siempre.