Hojas y tinta | Kookmin.
  • Reads 46
  • Votes 6
  • Parts 1
  • Reads 46
  • Votes 6
  • Parts 1
Ongoing, First published Oct 12, 2021
Mature
Jeon Jungkook está completamente enamorado de su hermano Jeon Jimin, él mismo que lleva una bonita historia con su novia Soomin. Tal enamoramiento lo lleva a crear hojas y hojas con historias, bocetos de aquella anatomía y escenas obscenas y explícitas entre su hermano mayor y él. ¿Qué pasará si Jimin algún día lo descubre? Qué pasará si descubre que su pequeño hermano fantasea con él y.. Es gay.

- Drama, angst, parafilias/fetiches, escenas de suma violencia/violaciones, BDSM.

Otros ships : sope, taejin, kookjin.

Aclaro que no busco romantizar nada, sólo es una historia completamente de mí autoria creada sin fines de lucro para buscar satisfacción en mí misma. Todo completamente salido de la imaginación, sólo apto para personas no sensibles para temas que 'describí' anteriormente. Mientras la historia se desarrolle, todo se explicará de mejor forma. Soy principiante así que, si hay algún error, pronto se corregirá. ¡Gracias por leer! Prometo satisfacción máxima.

No copias ni adaptaciones.
All Rights Reserved
Sign up to add Hojas y tinta | Kookmin. to your library and receive updates
or
Content Guidelines
You may also like
You may also like
Slide 1 of 10
Bajo tu Dominio  cover
MIA // Freenbecky(G!P) cover
Possessive cover
SSXU viendo universos cover
𝐄𝐱𝐜𝐞𝐬𝐨𝐬 |Ivan Guzmán| cover
Un Padrastro Obsesivo  cover
Te Odio Armstrong  cover
𝐋𝐨𝐬 𝐎𝐦𝐞𝐠𝐚𝐬 𝐝𝐞 𝐉𝐞𝐨𝐧  ‧͙⁺˚𝑘𝑜𝑜𝑘𝑣˚⁺‧͙ cover
La perdición de los Walker +18 cover
Amor de 8 meses cover

Bajo tu Dominio

80 parts Ongoing

No la buscaba a ella, ni siquiera me parecía importante su jodida existencia. Pero la vi. Y eso lo jodió todo. La primera vez que vi a Anastasia, no fue una elección. Fue una coincidencia. Una de esas que se clavan en la piel y te carcomen la cabeza. No era especial. No era alguien que mereciera mi atención. Y, sin embargo, en cuanto la miré, no pude dejar de hacerlo. Me obsesioné. Como un puto animal en busca de presa, la seguí con los ojos, con el pensamiento, con cada maldito resquicio de mi conciencia. No había razón lógica. No había un propósito más allá del deseo irracional de verla temblar. Anastasia no lo sabía, pero ya era mía. Y cuando finalmente la tuve frente a mí, cuando supe que no podría escapar, entendí algo: no era solo deseo. No era solo obsesión. Era el placer retorcido de poseer algo que nunca debí tocar.