Luego de la trágica muerte de un compañero cercano, la culpa comienza a sumergir a Khrome dentro de un agujero vacío de miseria. Este golpe no tarda en comenzar a verse reflejado en su salud física y mental, por ello Alex decide extenderle una mano y ayudarlo a calmarse y relajarse con un medio con el cuál él ya está familiarizado y conforme: con ello pretende distraerlo y mantenerlo a flote durante la superación del trauma con algunas sustancias. Para cuando ambos se dan cuenta se han hundido en una profunda adicción alimentada por problemas que habían estado escondiendo bajo la carpeta de su relación. Socorro Jesús no quiero que nadie lea esto.