Destellos de color rojo y amarillo iluminaron los cielos de Musutafu. Izuku corrió en busca de sus seres queridos con el afán de protegerlos en caso de ser necesario. Una deidad lo derrotó con tan poco esfuerzo que sintió que todo su entrenamiento fue en vano. Figuras similares a un cubo lo absorbieron, y para cuando volvió a abrir los ojos. Una chica rubia le tendía la mano para que se levantara de suelo. -Es hora de iniciar nuestro viaje, Izuku. Aclaraciones: -Tanto la parte de la historia, como los personajes e imágenes usadas, no son de mi autoría. Créditos a sus respectivos creadores.
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