En medio de la alegría propia de las festividades, la población celebra sin sospechar que un descarnado caos está a punto de desatarse. "Y en sus miradas de pánico, me será posible reconocer a algunos de ellos rogando por misericordia, mas mi mente nublada en gloria será incapaz de contener mis instintos, cediendo ante el placer inconmensurable de la sangre tibia en mi piel y el sabor del miedo en mi boca".