De todos los chicos en los que Daniela se podría haber fijado, escogió a uno, al peor de todos, al más estúpido, insensible y  desgraciado ser del universo. Tomás Castro, ese chico con el que todos quieren estar y divertirse, ese chico por el cual todas mueren a pesar de que él no muere por ninguna. Y lo peor de todo, es que su jodida obsesión tiene que permanecer oculta por miedo a que su maldito orgullo sea destruido.