En un mundo devastado por la muerte y la destrucción, donde los supervivientes luchaban por cada bocado de comida y cada momento de seguridad, Adaleri Ford había aprendido a endurecerse. Su vida había sido una lucha constante, marcada por la crueldad y la pérdida. Pero a pesar de todo, ella seguía adelante, impulsada por una fuerza interior que la llevaba a seguir luchando.
Junto a su padre, Abraham Ford, Adaleri había emprendido un viaje desesperado en busca de una cura para el virus que había destruido el mundo. Su única esperanza era un científico llamado Eugene Porter, que afirmaba tener la clave para encontrar una solución. La ruta hacia Washington D.C., donde Eugene les había prometido que encontrarían la cura, era larga y peligrosa. Pero Adaleri estaba dispuesta a arriesgarlo todo para encontrar una forma de restaurar el mundo a su antigua gloria.
En el camino, Adaleri y su padre se encontraron con dos personas misteriosas, Glenn y Tara. Aunque inicialmente se mostraron reacios a unirse al grupo, pronto se convirtieron en parte de su pequeña comunidad. Juntos, enfrentaron los peligros del camino, luchando por sobrevivir en un mundo que parecía determinado a destruirlos.
Pero a pesar de la dureza de su vida, Adaleri no había perdido la capacidad de sentir. Y cuando conoció a Carl Grimes, algo en su interior se despertó. Carl era un chico valiente y determinado, que había crecido en un mundo de muerte y destrucción. Y aunque Adaleri intentó resistir, pronto se encontró atraída por su sonrisa y su espíritu indomable. Pero el miedo a perderlo, a perder a alguien más que amaba, la llevó a intentar apagar sus sentimientos. Sin embargo, Carl no se iba a detener. Estaba decidido a luchar por el corazón de Adaleri, incluso en un mundo que parecía determinado a destruir todo lo que era bueno.