Graciela puso su cabeza sobre mis muslos. -¿No vamos a ver la película? -le pregunté al ver que apagó la televisión. Ella seguía sin decir nada, hasta que la escuché lloriquear y sentir sus lágrimas sobre mis piernas. ¿Mi hermanita estaba llorando? -¿Quieres que hablemos al respecto? -somos muy cercanas pero no quería presionarla. Coloqué mi cabeza encima de la de ella y empecé a acariciar sus hombros -Todo estará bien -susurré. Ella sentó enfrente de mí y secó sus lágrimas. -Sabes que te admiro -trató de controlar su voz -eres mi mejor amiga, y odio con toda mi vida que todo esto te esté pasando, no lo mereces, ¡no lo mereces! -Tranquila, hermanita -agarré con fuerza sus hombros, verla en ese estado por mí, me dolía demasiado. -No puedo, Gridan, siempre pensé que tenías una vida perfecta pero todo ha sido una mentira, todo este tiempo la has pasado mal, ¿Cómo quieres que me tranquilice después de lo que me enteré? Si para ella es tan doloroso, para mí, que lo viví lo es más. Desde que mi papá trajo a vivir a Graciela a casa, nos volvimos inseparables, aunque somos medias hermanas, la quiero demasiado.