Graciela puso su cabeza sobre mis muslos.
-¿No vamos a ver la película? -le pregunté al ver que apagó la televisión.
Ella seguía sin decir nada, hasta que la escuché lloriquear y sentir sus lágrimas sobre mis piernas. ¿Mi hermanita estaba llorando?
-¿Quieres que hablemos al respecto? -somos muy cercanas pero no quería presionarla.
Coloqué mi cabeza encima de la de ella y empecé a acariciar sus hombros -Todo estará bien -susurré.
Ella sentó enfrente de mí y secó sus lágrimas.
-Sabes que te admiro -trató de controlar su voz -eres mi mejor amiga, y odio con toda mi vida que todo esto te esté pasando, no lo mereces, ¡no lo mereces!
-Tranquila, hermanita -agarré con fuerza sus hombros, verla en ese estado por mí, me dolía demasiado.
-No puedo, Gridan, siempre pensé que tenías una vida perfecta pero todo ha sido una mentira, todo este tiempo la has pasado mal, ¿Cómo quieres que me tranquilice después de lo que me enteré?
Si para ella es tan doloroso, para mí, que lo viví lo es más. Desde que mi papá trajo a vivir a Graciela a casa, nos volvimos inseparables, aunque somos medias hermanas, la quiero demasiado.
dicen que el deseo es un arte.
pero nadie te enseña a sobrevivir al incendio que deja después.
te miré y supe que eras eso:
una contradicción envuelta en seda y peligro.
tu voz sonaba como el pecado que uno elige dos veces.
tu ambición olía a billetes viejos y camas revueltas.
yo era el arma, tú el disparo.
yo era el control, tú el caos.
y juntos éramos la grieta perfecta por donde el mundo se escurría.
amarte fue como inhalar dinero sucio y exhalar gemidos de guerra.
no existía la paz en tus labios ni el perdón en tus manos,
pero aun así volví, una y otra vez,
como quien persigue una explosión sabiendo que la muerte también puede ser hermosa.
en esta historia, no hay héroes.
solo cuerpos marcados por el poder,
mentiras que se venden mejor que la verdad,
y orgasmos que duran más que los remordimientos.
porque esto no es solo sobre sexo.
ni solo sobre dinero.
esto...
esto siempre fue sobre ti.