Ningún Trono Se Gana

"ningún trono se gana sin cicatrices"

En un mundo donde el Sol y la Luna nunca se tocan sin que el cielo tiemble, Katsuki, último heredero vivo de los Aetheris, Hijo del Sol, despierta solo en el bosque de Nyreth con el colgante ardiendo contra su pecho y la memoria de su reino reducido a cenizas.

Allí encuentra a Izuku, un Omega Allaris sin manada, rechazado, hijo bastardo de la Luna misma, marcado desde su nacimiento con alas blancas que brillan solo bajo la luz plateada y un aroma que vuelve locos a todos los alfas.

Los árboles lo llaman "Omega" Katsuki lo llama Izuku y ese nombre rompe la primera ley del universo.

Desde ese instante, están condenados a quererse.

Pero no sé permite uniones así.
Una antigua profecía dice que cuando el Hijo del Sol y el Hijo de la Luna se unan de verdad, el equilibrio se romperá, el día devorará la noche o la noche apagará el día para siempre y hay demasiados que prefieren que uno de los dos desaparezca antes de arriesgarse a esa catástrofe.