Mi hombre volvió. Realmente volvió a mí. Su expresión para mí era puro deleite morboso y excitante. Él estaba furioso. Malditamente furioso. Al verme una sonrisa retorcida se asomó en su expresión y joder... Ya me estaba haciendo desear tantas cosas sin siquiera brindarme su calor corporal. -No tendría problemas con enviarte a la cárcel de nuevo, mi amor. -No me jodas cariño.-Su mano huesuda, blanquecina y llena de tatuajes apretó fuerte mi cuello y pegó a la pared alzándome unos centímetros del piso.- Enserio tengo ganas de acabarte.