-Miel. Es lo único que sale de mis labios, luego de unos segundos, mi respiración agitada no le hacía justicia a todos los sentimientos encontrados que estaba experimentando. Una mirada de confusión se esparció por todo su rostro inmediatamente después de haberme escuchado. Supongo que nunca había escuchado a una chica decir aquello luego de probablemente darse el mejor beso de su vida. O bueno, en mi caso si fué el mejor beso de mi vida. -Tus labios... saben a miel-. Logré musitar. No faltó mucho para que mi rostro me delatara luego de teñirse más que una fresa. Usualmente no me colocaba nerviosa con facilidad pero ese inepto sabía cómo ponerme los nervios de punta. - ¿Y eso es malo? -. Preguntó mirándome con esos ojos mieles tan inquietantes que tanto me gustaban observar. En cualquier otro momento habría dicho que si, que era asqueroso y empalagoso su sabor. Ni siquiera hubiera podido corresponder al beso; pero ahora, era como si hubiera probado por primera vez el más extraordinario sabor nunca antes descubierto. Que jodidamente patética me había vuelto. Y pensar que hace apenas dos meses había estado odiando a cada tipo parejas y criticando su empalagamiento. Levantando mi rostro para observarlo fijamente, meditando mi respuesta unos segundos, decido a responder. -Ahora ya no es un problema-. Atraigo su rostro al mío con ambas manos dejándome llevar nuevamente por sus labios sabor a miel.All Rights Reserved