4 Partes Continúa Contenido adultoHuir de casa fue la única opción que me quedó después del suicidio de Itachi, no podía soportarlo más: la indiferencia de mis padres, las expectativas sofocantes, el peso de un apellido que nunca elegí. Así que tomé mi mochila, mi teléfono, y me fui.
La plaza en Shinjuku de los Toyoko Kids era mi destino, un lugar lleno de chicos que vivían en la calle y que, como yo, se sentían atrapados en un sistema que no les pertenecía.
En camino mi mente vagó de un pensamiento a otro hasta que lo recordé, Naruto Uzumaki. Un idiota hiperactivo, molesto y escandaloso que siempre insistía en acercarse a mí cuando éramos niños, un perdedor que seguramente no habría llegado a ningún lado. No tenía sentido pensar en él.
Pero el destino tenía otros planes, ahí, en la plaza, entre el humo de cigarrillos y el ruido de la ciudad, lo vi.
Naruto, pero no el Naruto que recordaba.
Su piel pálida, su cuerpo más delgado de lo que debería ser, su mirada perdida, su expresión vacía. Vestía ropa ancha, como si intentara ocultarse del mundo. Sostenía un cigarro con una mano demasiado delgada, demasiado desgastada.
No podía ser él.
Y sin embargo, lo era.
¿Qué diablos lo había llevado hasta este punto?