Sé que tú al igual que yo, alguna vez has tenido a esa persona que amas con todas tus fuerzas pero odias con todo tu ser, esa persona que puede llevarte desde el más rico orgasmo, hasta el más amargo tragó en su honor, eso era lo que provocaba Emilio en mí, lo amaba por supuesto que sí, lo anhelaba, lo deseaba, lo idolatraba, pelo convertí en mi todo, y estoy segura que jamas volveré a amar a alguien como lo amé a él, con esa gran intensidad. Pero tampoco odiare a alguien como a mí misma por lo mismo, y no porque no haya sido reciproco el cariño porque sé que a pesar de su carácter me amo, lo sentí en cada latido, en cada gemido, en cada orgasmo, en cada beso, en cada te quiero que nos decíamos con la mirada, en cada beso en la frente, en cada segundo que pasamos juntos.
Aprendí a amar de una manera no tan a la antigua sino más a lo nuestro, más a lo único, sin tanto tiempo juntos pero con cada sentido y cada latido compartido, fue extraña la manera en que sin querer llegue a amarlo, a añorarlo cada vez más y más.
Aquí te dejo una pequeña historia que estoy segura que es como ninguna otra o al menor para mí, porque él hizo que fuera así.
El amor evocaba sentimientos incomprendidos entre los ecos del abismo, creer en el amor era una apuesta ciega, un casino adictivo que en cuestión de segundos podría acabar con toda tu vida o arruinarlo todo.
Quizás en toda mi vida pensé que el amor era el típico feliz por siempre, a pesar de que te partieran el corazón, de que eligieras por encima de tus propios deseos, porque entre lo correcto e incorrecto debías solo tomar la decisión ganadora. Eso era el amor, una creencia oscura que te consume cuando abres la puerta.
Mi historia de amor no es un romance misterioso o una película con un final feliz, es más un recuerdo que trato de olvidar día tras día porque elegía la persona incorrecta, porque tenía miedo y ese miedo me consumió.
Siempre me pregunté a mí misma que se sentía amar y ser amado, fingí sentir amor y solo fui amada, aún me pregunto que hubiera sido de mi vida si no hubiera fingido amar, quizás y solo quizás habría conocido el verdadero amor.
- Sálvame cuando esté hundida en lo más profundo de mi oscuridad y permíteme amarte aunque el mundo deje de existir, porque sé que al final si dos caminos están destinados a estar juntos, no importa si pasa toda una vida...