Eda y Serkan se conocian desde pequeños, sus padres eran amigos de toda la vida, ademas de socios de una empresa que organizaba bodas. Cuando nacio Eda, Serkan (que por aquel entonces tenia 5 añitos) la vio como un muñequito con el que jugar. Constantemente se veian, ya que eran vecinos y siempre estaban haciendo travesuras, sobre todo el pequeño Serkan, que no paraba de molestar a Eda y tirandole de sus pequeñas coletitas que llevaba a ambos lados de su morena cabecita. Lo que no sabian entonces es que uno de los dos acabarían por marcharse lejos, muy lejos, olvidando lo vivido anteriormente pero el otro, pasaria años añorando su sonrisa y su ausencia.