-¿¡Pero amor qué hacemos!? Exclamaba una joven monja de unos trece años, sus ojos verdes no dejaban de mirar a su hermano con terror ante el posible castigo de su dios. Por ser una pecadora. -Esto fue un error... Tocaba su vientre levemente abultado mientras el terror hacia temblar sus huesos. -Le mentiremos a todos cariño, esto es un pueblo lleno de cerdos ignorantes, simplemente diremos que fuiste bendecida por el espíritu santo, ellos lo creerán. El moreno miraba con dulzura a la menor mientras acariciaba su lacio cabello. -Esto será nuestro secreto... Nuestro pecado. Acariciando levemente las mejillas rosadas de su hermana deposita un suave beso contra sus labios temblorosos. ¿No saben que los malvados no heredarán el reino de Dios? ¡No se dejen engañar! Ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los sodomitas, ni los pervertidos sexuales, ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los calumniadores, ni los estafadores heredarán el reino de Dios. 1 Corintios 6:9-10