«Me disipo entre la oscuridad de los reflectores a una cárcel moderna» «Y sumerjo entre su luz a mi libertad» Introducción: La vida me otorgó algo preciado e inalcanzable para algunos; Mi voz. Desde pequeño cantaba frente a mi espejo melodías que salían desde mi cabeza, mi madre lucía tan feliz con esa sonrisa genuina, que tanto he adorado desde pequeño. Sentada en una silla de madera ella me observaba inventar melodías musicales, que para ella eran «celestiales». A temprana edad mi fama llegó como un soplo de viento fuerte, que arrasó con mi libertad. La libertad de un niño inocente, que solo quería salir y tener una vida normal con sus amigos. Pero todo eso me fue arrebatado por la avaricia de mi padre y su sed de dinero. Por ahí dicen que soy su billetera. Desde pequeño hasta adolescente, asomado desde mi balcón; observé como mi adolescencia pasó frente a mis ojos, y no pude hacer nada para detenerla. Mientras los niños jugaban con el juguete nuevo que salía en la televisión, yo practicaba mis nuevas canciones. Por mucho tiempo me odié por haber aceptado este mundo para mí. Pero ya era tarde, no había más nada que pudiera hacer para retroceder en el tiempo, y detener a mí yo del pasado, para que no le mostrará su voz al mundo. Cuando tuve un poco más de madurez, me di cuenta de que la única manera de sentirme un poco libre, era en los escenarios, dónde con mi voz expresaba todo lo que sentía al mundo. Y luego un día, apreció ella llorando en uno de mis conciertos. Esa chica testaruda de cabello rubio como el sol, sin pensarlo se convirtió en la dueña de mis melodías. Ella era la melodía que entonaba el himno de mi libertad. Ella era libertad. #Derechos de autor reservados. Autor: azael colina.
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