Nadie gana en la guerra

-Nadie gana en la guerra A-Cheng-
Resonaba esa voz juguetona por los laberintos de sus recuerdos mientras avanzaba por el muelle, esperando en vano alguna señal celestial. En el mundo del cultivo cualquier detalle serviría para confirmar las habladurías que por las calles repudiaban a su hermano, más sin embargo, él había decidido que no existía el blanco y negro en nadie, el odio en su corazón ahora solo era dirigido a su persona anhelando volver a ver los rostros de quienes fueron arrancados de su lado para suplicarles perdón.

La luz lunar alumbraba pesadez, la melancolía, ese pesar profundo que nunca se permite mostrar al ser una prominente figura de autoridad, y sin embargo, como cualquier mortal, en ese momento se rompía frente a su aparente soledad. Se sentía desfallecer no solo por su agotamiento físico que en esos días era provocado voluntariamente para revivir a su secta, el mundo pareciera que le abandono con odio, arrebatándole la familia que en algún momento atesoró más que a su propia vida, al hermano que siempre velaba por su felicidad y ahora, el único amigo que la guerra le obligo a conocer le evitaba, mas no lo culpaba por decidir alejarse de su círculo de desgracias...
Solo deseaba un poco de paz aún si eso fuera egoísta para una persona como el, debía continuar por su pequeño sobrino que se encontraba igual de abandonado por el destino, le necesitaba. En él debate mental que arrebataba noche tras noche su entrada al mundo de los sueños (razón por la que siempre terminaba vagando a altas horas de la madrugada), descuidó el hecho de que cierta elegante figura de jade se posaba no tan lejos de ahí observándole quebrarse en su muelle de lotos.

Quizá ese amigo en realidad no le estaba evitando...