- Todo lo que existe nace sin razón, se prolonga por debilidad, y muere por casualidad. - Espera... ¿Quién eres? - Soy tu consciencia Ícaro. - ¿Y por qué puedo escucharte? - Eso es algo que yo tampoco sé costal de carne. Ya que lo supieras tu también. - Y entonces, ¿por qué la frase? - Sabes, para ser mi manifestación corpórea preguntas bastante. En cuanto a la frase, pues, creo que eso nos define a la exactitud. Esta historia nuestra, parida de la nada solo es una forma terapéutica de supervivencia. No tiene mayor motivo que el de tratar de pensar en ser un vestigio fútil e inútil, de lo que la vida otrora nos deparó. Se mantiene en pie porque no sabe hacer más nada que eso, la vida quiere seguir viva y así es el curso natural de las cosas. Hasta que en algún momento; sin que habite ni siquiera un breve destello de su paupérrima memoria, en su paupérrima memoria; fallezca en las manos de ese mismo vacío que le regaló la vida. Esta historia Ícaro de la que te hablo, es tu novela. Es todo eso por lo que has tenido que pasar, acompañado siempre por sufrimiento y depresión. Cuando tú, fiel creyente de un destino dorado pero ilusiorio, lo único que querías era encontrar el amor, en los corazones maltrechos e inmaduros de las mujeres que la vida te ha puesto en el camino.
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