-Bonito vestido- escuche que alguien decía. -Bonita guitarra- dándome la vuelta le contesté. Sonrió, y eso fue suficiente para darme cuenta de la confianza que ese chico inspiraba. Tardé observándolo lo suficiente como para que se incomodara y a la vez tosiera, en signo de no saber que hacer. En medio de todas las lágrimas, sonreí, invitándolo a tomar asiento a mi lado. Correspondió mi invitación, y así, mirando el horizonte tuvimos nuestra primera conversación, dándole comienzo a lo que fuera que aquello lograría ser.All Rights Reserved
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