Otro día más. Él estaba ahí, sentado al final del enorme y descuidado jardín en la casa de los Parker. Ese día, como de costumbre, lo observaba desde la ventana de mi habitación, habían pasado algunos años pero él seguía luciendo su cara de niño, a pesar de sus veintiún años, sus gestos lo hacían ver tan tierno, él no podía ser el asesino del que todos hablaban, él no era un asesino, no con esa cara. Sostenía el cigarrillo en su mano, perdido en algún punto invisible en el cielo... Y quedé paralizada. El me estaba observando, estaba inmóvil, ni siquiera podía pestañear... Se levantó lentamente sin dejar de mirarme, sacó el cigarrillo de su boca, lo lanzó al suelo y sin más, entró por la gran puerta negra de la mansión... En ese momento lo supe, su mirada me lo dijo... Yo era la siguiente en la lista. Y por primera vez en mi vida, sentí miedo, miedo de él.