Los minutos pasan, la adrenalina se le atora en la garganta, sostiene con fuerza las caderas ajenas, y Takemichi ríe, con todas sus fuerzas.Todos los derechos reservados
Los minutos pasan, la adrenalina se le atora en la garganta, sostiene con fuerza las caderas ajenas, y Takemichi ríe, con todas sus fuerzas.
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