Una vez había sido una niña, una joven, una hija; dos veces en realidad, de la cual solo una de estas era capaz de recordar.
Tenía una vida, no, dos vidas.
O eso era lo que ellos le decían.
No lo había creído, hasta que quedó atrapada en ese espejo, en ese cuerpo.
Prisionera de día, libre de noche.
Un alma que había escapado del olvido, deslizándose entre los dedos del ángel de la muerte que había robado su cuerpo para tomarlo como propio.
Pero regresaría, solo era cuestión de tiempo.
Y sabía cómo debía hacerlo.