Su encuentro fue planeado a sus espaldas. Se conocieron por una casualidad organizada. Hablaron y se entendieron al instante. Estaba en ellos el entenderse y sentirse seguros para explicarse. Podrían desahogarse, podrían abrir la boca y no callar sus miedos ni sus preocupaciones, podrían aprender de sí mismos en el camino, podrían reír y comportarse como los niños que les fueron arrancados del alma. En este pequeño rincón escrito ellos tenían la oportunidad de ser libres. Y joder, lo iban a explotar hasta el cansancio.
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