Giselle Monroe era una chica dulce y con una sonrisa
que volvía loco a más de uno. Pero todo cambió de una manera trágica, cuando
después de una fiesta a la que ella convenció a sus padres para poder ir, al
volver a su casa, todo estaba precintado, y esas cintas solo podían decir una cosa
«Escena del crimen».
 En ese momento, el corazón de Giselle, que latía a
gran velocidad a causa de la adrenalina, se paralizó. Su cuerpo se quedó
rígido, al ser conocedora del significado de esas cintas amarillas, que deseó
arrancar de cuajo de su hogar, y pellizcarse la piel, pensando que todo era un simple
sueño.
Pero nada sucedió así.
Todo el mundo le decía a Giselle que tuvo suerte de no
haber estado en casa cuando la tragedia había tenido lugar. Ella solo podía
mirar la casa, con los ojos llenos de lágrimas, y dejar fluir sus pensamientos.
Y en ese mismo instante recordó sus últimas palabras, dirigidas a sus padres,
había sido un simple "Gracias", no un “Te quiero” o un “Te amo”, si
no un maldito “Gracias”.
Y entonces, Giselle supo que ella no volvería a ser la
misma después de ese 10 de julio de 2013.
Obra corta presentada a los Premios Wattys de Pecados y Virtudes con el pecado: Lujuria.
Adelin debe enfrentarse a un juego enfermizo mientras convive con un asesino serial y un chico que lo da todo por ella.
•••
Todos culpan a Adelin Rivas de la misteriosa muerte de su madre.
Nadie quería cruzarse con la "chica tragedia", porque se decía que por donde ella pasaba, solo dejaba desgracia.
Le acusaban por cada hecho extraño sucedido en aquel lugar. ¿Era culpable? Nadie tenía la certeza, pero algo sí podían asegurar: todo se relacionaba con ella.
¿Coincidencia? No lo creo.
Cuando todo parecía no poder ir peor, su cuaderno de canciones cayó en manos de un demente. A partir de ahí, deberá enfrentarse a ese juego enfermizo mientras convive con otro asesino serial y un chico que lo da todo por ella.
Preciosísima portada ilustrada por la talentosa @imfleurie