- No es lujuria, querida, no es la brutal locura con que te he escrito estos últimos días y noches, no es el salvaje y casi bestial deseo por tu cuerpo, cariño, lo que me atrajo a ti entonces. No, querida, de ninguna manera es eso, sino el amor más tierno, adorable y compasivo por tu juventud, tu adolescencia y tu fragilidad