Tres semanas, si solo tres
semanas, y ahí me encontraba yo necesitándolo tanto; pensaba en el mañana, tarde y noche. ¿Cómo
era eso posible?, ¿Cómo podía necesitarlo tanto en tan solo 21 días?, ¿Cómo es
que me hacía tanta falta?, pues si, si era posible no apartaba de mi mente su
dulce rostro, sus ojos brillantes, soñadores que me llenaban de paz, sus ojos
verde-miel, su voz tan melodiosa y sus frías pero acogedoras manos apenas
rosando mi rostro, y sin olvidar que bastaba con que dijera algunas palabras
para ponerme a temblar y sentir como mi rostro se enrojecía, su adorable
personalidad, como él siempre decía “soy tímido” pero cuando se encuentra
conmigo pasamos horas conversando y yo disfrutando de su agradable compañía.
Llevaba dentro de mí su sonrisa y la letra de aquellas canciones que repasaba
una y otra vez; tratando de encontrar una
especie de mensaje subliminal, porque, ¿De que otra manera podía quedarse en mi
mente a diario? No era que yo estuviera enamorada profundamente de él, ¡claro
que eso no!. Simplemente llevaba sus chistes en cada una de mis risas, llevaba
sus palabras en cada sonrisa, sus canciones en cada tarareo, su sonrisa en mi
piel erizada y su mirada en cada escalofrió seguido del enrojecimiento de mis
mejillas. ÉL se encontraba en cada rincón de mí y no me dejaba pensar en otra
cosa que no tuviera que ver con él y su cálido aliento que podía respirar; “nos
miramos fijamente, tu nariz cálida rosa con la mía, fría como siempre, me miras
fijamente y puedo respirar tu aliento y sentir el calor que ofrece a mi alma”.
Como siempre solo hablo de ti, y olvido lo que estaba por hacer, solo eres tú,
y tú, solamente tú en mis pensamientos y ese largo tiempo que dedico a escribir
para ti.
Tengo que aceptarlo, es la
verdad, no necesito darle más vueltas; a
mi mente que ya se encuentra demasiado mareada por ti.
¡TE EXTRAÑO!All Rights Reserved