Después de una ruptura, quise abrazar la soledad pero unos brazos me envolvieron antes, uno de lo que jamás me alejé. Fue producto de una noche, de unas risas provocadas por un chico cualquiera, alcohol o quizás... solo quizás alguna chispa de emoción, pero sucedió. Sin buscarlo, llegó. ¿Lo merecía? ¿Era mucho para él o el para mi? Mi mente no admitía la verdad. O quizás fue una tentación a la que, para liberarme, caí.
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