Nadie me ve, paso por enfrente de ellos y sin pararse a verme siguen su camino, ni siquiera esas mujeres ancianas se detienen a cuchichear quien soy, me dejan el camino libre para evitarse las molestias. Nadie me oye, grito tan fuerte y todos me ignoran, haciendo oídos sordos ante mi voz. Nadie sabe de donde vengo, incluso yo misma no se dé donde provengo, quien soy o quien fui. Lo único que se es que dejare de ser ese fantasma en las tinieblas y haré lo que este en mis manos para que los demás me vean, para que él me vea.