Hace unos días, un muchacho de la ciudad murió en un choque automovilístico. Iba manejando presuroso por una curva, cuando un muro de contención se metió en su camino.
El patinar de las llantas, un estruendo titánico, pedazos volando. El coche quedó hecho una bolita de papel arrugada. Y así, cual papel aplastado, sentí que se me estrujó el corazón cuando lo supe. No precisamente la noticia del choque, no, sino la realidad sobre quién era el hombre del que me había enamorado.
Estos meses de ilusión, adrenalina y felicidad habían sido tan desechables como la bola de papel de cualquier dibujante.
El pecho me dolía de tal manera que deseaba ser empujada entre el muro y el auto. Pero pensándolo bien, a quien quiero empujar es a Ulises. Y tengo maneras de hacerlo.
Escucho pasos detrás de mí y corro como nunca.
-¡Déjenme! -les grito desesperada mientras me siguen.
-Tienes que quedarte aquí, Iris. ¡Perteneces a este lugar! ¡Tú no eres una humana normal! -grita un guardia sin dejar de perseguirme...
-¡No! Yo pertenezco a mi ciudad, con mis padres... -cuando estoy por llegar a la salida veo a dos chicos.
Practicando con espadas...
-¡Sky! ¡Atrápala! -grita Rick...
Uno de los chicos desvía su mirada y nuestros ojos se conectan
Sus ojos dorados me miran fijamente...
Revolotea despreocupado su cabello rubio, pero luego...
Se da cuenta de lo que sucede y me apunta con su espada
Yo me detengo inmediatamente...