En la vida a veces tuve que aprender a las mala lo difícil que era tener libre albedrío incluso para hacer algo insignificante como tomar una decisión. Debí aprender cada cosa, cada pequeña y mínima cosa para llegar a ser grande. Pero jamás aprendí a mover aquellas grandes cosas que me hacían sentir pequeña como aquella azul mirada. Aquella azul mirada a la que jamás fui inmune, la que jamás aprendí a devisar, o ignorar. Aprendí a manejar todo, menos todo lo que me provocaba. Aprendí a controlar cada emoción, menos aquellas que ella me producía.
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