Tras haber vivido tantos años sumergida en una vida de dolor y melancolía Mireia por fin pudo probar un bocado de felicidad y esa ansiada paz. Sin embargo, que poco le había durado esa sensación de plenitud en el pecho.
La tristeza y el desconsuelo se habían apoderado de su alma y el amor había terminado por destruir lo poco que había quedado en su corazón.
Austin ama a Mireia con todo su ser, pero a veces, el amor no es suficiente cuando las cosas parecen ir de mal en peor y hay tanto dolor de por medio.
Un padre..., Una abuela..., Un amor..., Una noche...
A veces, las cosas que parecen más reales, sólo son fantasía.
Esta es la continuación de: Al borde del precipicio.