Aquellos irises grises fueron la tormenta más bonita que pudo apreciar. Combinaban perfecto con el azul cielo de sus ojos. Sin embargo aquella tormenta trajo de nuevo todo aquello que dolió tiempo atrás, trajo los recuerdos que marcaron y abrió nuevamente heridas que se suponía ya habían sanado. Trajo venganzas, secretos y mentiras que desencaderon más dolor y dieron paso a la destrucción. Quemaron todo y ardieron con tanta intensidad que ni siquiera las cenizas quedaron. El tomó su corazón y lo hizo añicos. Le dejó marcas que fueron peor que heridas de Guerra. Al final entendió de la peor manera que esa tormenta era tan peligrosa. Cuando nubló su cielo y lo destruyó, fue ahí cuando aprendió la lección. Prohibida la COPIA O ADAPTACIÓN DE ESTA HISTORIA, todos los derechos reservados ©