Él, deseaba con fervor un milagro, algo que le devolviera esa felicidad que una enfermedad le arrebató. Veía los días pasar sin realmente sentir emoción, procesaba que la muerte en cualquier momento le haría una visita inesperada y le diría que Game over en la vida real, no siempre es como en los videojuegos que tienes un sin fin de oportunidades para volverlo a intentar.
Ella, la depresión hecha persona, alguien que no quería ser observada, el cielo gris que no quería detener la lluvia, no esperaba que en medio de su caos, llegaría el arcoíris a cambiarlo todo.
Ella, llegó como la primavera, y a él, lo envolvió en flores.
Solo que la primavera no sería eterna, debía darle paso a las demás estaciones y, ninguno de los dos se preparó para el largo invierno que se acercaba.
Lo bueno casi siempre es efímero, queremos más de ello, lo ansiamos, Thomás y Lauren lo hacían, anhelaban que todo aquello que a su alrededor sucedía, durara como tanto se pudiese. Pero nada es eterno, todo tiene su principio y su final.
Una noche en Las Vegas cambia la vida de Nailea, cuando despierta casada con Alex Milani, un carismático piloto de Fórmula 1.
Lo que comienza como una farsa para evitar un escándalo mediático pronto se convierte en un torbellino de emociones, atracción y secretos.
Entre el brillo de los eventos de alto perfil y las sombras del pasado, Nailea y Alex deberán enfrentarse a sus diferencias y a una conexión inesperada que podría unirlos... o romperlos para siempre.