Duermo sin cesar y me despierto con un día hermoso, un sol brillante, los pájaros cantan apenas amanece, un picaflor cerca de mi ventana absorbe todo el polen de esa flor tan linda y sencilla a la vez.
Desayuno, hago mis actividades, tareas pendientes de días anteriores, ordeno, escucho algo de música, almuerzo, vuelvo a escuchar música y mirar recuerdos en mi galería guardada.
Me siento bien.
Me siento bien con las cosas que voy haciendo durante el día, me siento satisfecha, un poco con armonía.
Termino de realizar mis actividades y me acuesto un rato, pienso en mis preocupaciones, angustias, decepciones, pero no le doy importancia y sigo continuando con mi día.
Viene otro pájaro en mi ventana pero este canta, y canta demasiado alto que me aturde, trato de cerrar la ventana para no seguir escuchándolo pero sigue, tal vez quiere quedarse y seguir cantando o haciendo ruido. Trato de no darle importancia pero continúa.
Me empiezo a atormentar y mis rendimientos bajan, ya no tengo ganas de hacer algo, solo de acostarme para descansar mi mente y no seguir escuchando.
Al otro día me despierto, más cansada.
La preocupación, la frustración y el resentimiento te hacen sentir cansada, sin ganas de vivir, no son las actividades, es la mente que no para.
Vuelvo a dormir, con la esperanza de volver a sentirme mejor. Quizás mañana estaré bien, o quizás peor.
"Siempre habrán ángeles en el infierno y tentaciones en el paraíso."
Polos opuestos, llamados por el destino.
Zehra una mujer con cara angelical, aura de diosa, cuerpo de infarto que irradia elegancia y clase por donde quiera que vaya.
La vida de Zehra no era para nada diferente a las demás, no hasta que lo conoció a él. A un hombre sombrío, sin escrúpulos, arrogante, y narcisista. Su vida dio un giro de 360 grados, cuando después de una larga y temerosa noche se despertó en un lugar completamente desconocido para ella.
Entonces la acción inició. Su vida ya no era aburrida, porque el peligro, los problemas, y los deseos explícitos yacían parte de ella. Aquel hombre la sedujo, el se hizo adicto a ella, la hizo su sumisa, su mujer, y la reina de su gran imperio.