sabemos que debemos amar al Señor con todo nuestro corazón, con toda nuestra alma, con toda nuestra mente y con toda nuestra fuerza. y ponerlo en práctica es algo que nos cuesta porque no entendemos lo que esto implica. En esta segunda parte quiero enseñarte dos principios para poder entregarle todo nuestro ser al Señor, recuerda que el no quiere una parte de nuestra vida, el lo quiere todo.