Armen es el hijo de Gobernador, un tipo lenguaraz, satírico, indolente y básicamente antisocial. Hace tiempo que vive ajeno a los despropósitos que se desarrollan entre los muros de la corte, donde destacan las mentiras y las conspiraciones, donde la codicia es un arma de doble filo y en los que las sonrisas pueden herir más que el buen acero. Pronto será testigo de que el mundo no es, y nunca fue como él había creído.
Sarosh inicia su primera partida después de muchos años de exhausto adiestramiento en las entrañas de la torre, se ha propuesto conseguir su fajín dorado a cualquier precio. Por fin conseguirá hacerse un miembro a pleno derecho de la orden que lo acogió cuando tan solo era un desgarbado pilluelo intentando sobrevivir en las duras calles de Kabur; sin lugar ni hogar en el mundo.
Medar lleva más de un cuarto de siglo encerrado por los pecados cometidos en el transcurso de su vida, en uno de los peores pozos de desesperación que existe. Institución, un lugar reservado para los sujetos más peligrosos y sanguinarios con los que se puede llegar a topar uno. Los nuevos acontecimientos que se sucederán, le darán una segunda oportunidad de pagar por sus errores pasados.
Esta es una historia de fantasía negra, repleta de conspiradores y de sangrientas contiendas, de impertérritos asesinos carentes de alma, héroes de lo más variopintos y cobardes redomados, junto a sociópatas de lo más variados y mujeres muy poco comunes con más de una virtud.
Una trillada historia que narrará las desventuras de esta particular caterva de desquiciados. ¿Podrá semejante grupo salvar a la humanidad del inminente apocalipsis que está por llegar? ¿Semejante acto sera posible?
#1501042901977-Baile
de Sombras registro Save Creative.
Una extraña obsesión.
No supo cuando ni como empezó, era extraño que cada vez que lo veía sus instintos se ponía a flor de piel.
Su nombre era Daenerys Targeryen, y su vida había estado marcada por una obsesión silenciosa pero profunda: Jacaerys Velaryon.
Pero, como las olas que golpeaban la orilla, su obsesión se estrellaba contra la dura realidad de que Jacaerys parecía tan distante e inaccesible como el horizonte mismo.