Kingkiller cronicle. Bast odia ver cómo su maestro se va apagando poco a poco. Por eso, hace lo posible y lo imposible para llevarlo a su cama cuando ya no hay nadie despierto, pasada la media noche. Es entonces el único momento del día en el que el cabello de Kvothe vuelve a parecer de fuego y sus ojos verdes refulgen como si de dos piedras preciosas se tratasen.