La vida no ha sido sencilla para mí desde que tengo memoria. Mi niñez estuvo plagada de lujos y objetos pero ni una gota de afecto. Nunca me faltaron techo, ropa o alimento, lo cual es más de lo que muchos tuvieron, pero algo tan simple y gratis como un abrazo o una sonrisa jamás me fue otorgado. Esto me llevó a refugiarme en mi propio mundo, uno hecho a mi medida siendo la magia mi distracción y refugio. Me compraron cuanto juego existía y hasta pagaron algunas clases cuando cumplí doce años. Mis habilidades con las ilusiones y los trucos me dotaron de cierta fama la cual no supe manejar convirtiéndome en un tipo orgulloso y pedante para esconder mi propia fragilidad. A medida que fui creciendo los trucos se tornaron más y más complejos e increíbles hasta asombrarme a mí mismo con cosas que no tenía idea de cómo realizaba. Era admirado, pero también marginado. Todo cambió al conocer a Ayden Allen, una chica atractiva con aire misterioso en sus ojos, su novio Erik Taylor, un tipo sombrío y con una mirada de constante advertencia en lo que se refería a Ayden, y, por supuesto, Samantha Lane, la más hermosa e irritante chica que haya conocido. Tardé no más de cinco minutos en enamorarme y algo más de un año en que admitiera que me amaba tanto como yo a ella; y cada segundo de tontas peleas y ser arrastrado de un lado a otro valió la pena. Más adelante descubriríamos que compartimos un pasado y un extraño presente, un pasado que nos une siglos atrás en la lucha de tres poderosos clanes por mantener el balance entre luz y oscuridad. Nuestros antepasados cambiaron sus apellidos con el paso de los siglos para protegerse de sus cazadores, pero no quiénes somos, lo que podemos y debemos hacer. Una nueva batalla se avecina, una que inclinará la balanza hacia uno u otro lado; y está a punto de comenzar. Mi nombre es Franz Kloster, soy el último descendiente del clan O’Doherty; y esta es mi historia.