— Tengo miedo.-Dije asustada, mientras, maniatada y sin ninguna opción, me acercaban a una hoguera, que desprendía una llama que me podría matar en el intento. — Esto... Solo es un juego, querida.-Dijo alegremente, mientras se interponía entre la hoguera y yo. Me miró indiferente y me cogió del brazo, apretándolo tanto, que un hilillo de sangre empezó a recorrer cada tramo de mi piel. Miré sus ojos verdosos, sus pecas recorrer sus mejillas, me acerqué a él, lentamente. — Para mí, también es un juego.-Dije rozando sus labios carnosos. Sin temer su respuesta, solo...tuve que hacerlo.