Íbamos en el coche, ambos en completo silencio, solo se oía la música que sonaba de la radio de fondo. Estaba sentada en el asiento del copiloto junto a Él, igual que siempre. Jugueteaba con los dedos en el cristal de la ventana, enfrascada en mis pensamientos y dejando pasar el tiempo.
Mi Amo conducía y yo no podía evitar querer mirarle. Siempre que conduce desprende un erotismo irresistible hacía mí del cual aún desconozco el motivo. Aprovechaba segundos para mirarle de reojo, le veía enfrascado mirando la carretera, o eso pensaba yo. No sospechaba los perversos planes que maquinaba en su cabeza, planeando todo lo que me haría después...