Harta de soportar a un marido infiel, una cuñada entrometida y a medio mundo que se puso en su contra, la condesa Miriel optó por planear un divorcio conveniente. -Ella y el conde son unas víboras háganme caso y empaquen sus maletas- planeaba sacar a sus hijas del país para darles la mejor vida -Acepto el divorcio- frente al conde, firmaba los papeles -Y con esto ya nadie podrá separarnos, mi amor- el ex presidiario Rasmi sonreía maliciosamente a su nueva esposa
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