En esta historia, que estará compuestas por poemas y prosas poéticas, hablaré de mí, de mi vida, de mi familia, mis amigos. Sin intentar ser una biografía, también hablaré de mi infancia, esa época maravillosa que hizo de mí, la mujer que hoy soy. Estoy convencida de que la infancia es la época que nos marca el camino a seguir. Si bien es cierto que la adolescencia es esa etapa de transición entre la infancia y la adultez, por eso se la ha etiquetado como la época de la rebeldía, creo firmemente que cuando se tiene la fortuna de vivir la infancia con plenitud, con una familia que apoya y contiene, que sabe decir que no a tiempo, que brinda valores, que acepta errores, que dialoga, que reprende cuando es necesario, que educa, la adolescencia se vive y se disfruta sin mayores rebeldías. No quiero decir con esto que debemos ser conformistas, todo lo contrario. La familia que logra que los niños "sean parte activa" de la misma, ayuda a que crezcan como seres pensantes, independientes, creyendo en sí mismos, amándose, y teniendo la confianza de que siempre tendrán en su familia el apoyo que todos necesitamos. Crecí en el seno de una familia que me enseñó a volar y a tomar mis propias decisiones, fueran acertadas o desacertadas. Con mi esposo formamos una hermosa familia de tres hijos y cinco nietos. Las raíces son profundas y nos sostienen aunque los vientos soplen fuerte y nos ayudan a enfrentar las tempestades que a veces embisten con fuerza. La familia y los amigos serán siempre nuestro mejor sostén.
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