Todo era perfecto, según lo veía Olivia. Ese último año de bachillerato iba a ser bueno y fructífero para ella y su futuro ya planificado; sin embargo, bien sabemos que los planes de Dios están por encima de todo plan que el hombre pueda idear, y sobre todo, es mucho más bueno, más excelente. Víctor y David querían dejar su instituto con una gran hazaña de machos de la cual reírse luego en la universidad. Pero las cosas pueden resultar como no queremos, y doler desmedidamente por las consecuencias que traen consigo. Una situación incorrecta hará que las vidas de David, Olivia y Víctor se vean mezcladas, pero eso los llevará a aprender cosas nuevas, les enseñará de empatía, honestidad, amor incondicional, voluntad, les llenará de fe, pero sobre por sobre todo, les enseñará una valiosa e importante lección que los marcará para siempre: No jugar con los demás... ―Yo estaba bien sin conocerlos. Todo estaba bajo mi control, nada fallaba, no estaba confundida... ―No necesitaba nada de esto, pensé que no. No me di cuenta del vacío que había en mi corazón hasta que la llenura de ella llegó, haciéndome extrañarla cada que no está conmigo. ―¡Jamás había sentido nada como esto! No me siento bien si no estás, no soy yo mismo, no consigo sentido a nada. Por favor, no te apartes de mí.