- No culpe a Verónica Feder, no fue su culpa. Fui yo, me descontrole – dijo Stefan poniendo
su mano en sus mejillas para que no se vea lo rojo que estaba - No me resistí a mi impulso y la besé.
- E-En parte, pero em… Ha-Había sido lanzado por sus amigos, y... el solamente siguió, pero... pero no tiene completamente la culpa... Em... ¿Cómo lo explico? -
- Que sea la primera y última vez, los perdonaré, solo gracias a sus altísimas calificaciones, aunque, si este acto es repetido, serán expulsados de por vida. Feder, Fray. Pueden irse – dijo la directora. Ambos salieron por la puerta principal, intentando cerrarla despacio para que no se derrumbara toda
la pared. Verónica no esperaba mucho del siguiente comentario de Stefan, solo
algo así como; “Esa vieja estúpida y ruidosa, solamente fue un beso, de seguro ella lo hacía en los baños con el preceptor”
-Discúlpame, lo siento muchísimo, te metí en muchos problemas por un estúpido impulso... ¿Podríamos ser amigos?
-¿P-Por qué? – dijo Verónica.
- ¿Y por qué no? - sonrío Stefan.
Verónica asintió y se marchó. Así comenzó todo, Verónica no paraba de pensar en él, ni él en ella.
Era como algo romántico, pero a la vez, ambos odiaban ese maldito sentimiento. Ese cruel y pesado sentimiento del amor.
Un drástico giro se dio en la vida de Verónica desde que conoció a Stefan. ¿Quién diría, no? Que la
vida de Verónica cambiaría tan drásticamente después de conocer a un joven, sí, como en historias románticas.
Verónica confundió el amor con la obsesión y asesinó a cada uno de sus amores. 
Convirtiéndose en una asesina.
Transformándose en LA VIUDA NEGRA.
Desde que era adolescente, soñaba con un futuro lleno de promesas, de caminos que se cruzaban en momentos perfectos, pero también con el peso de amores no correspondidos y promesas rotas. Todo comenzó con una apuesta en la secundaria. Una simple apuesta que me llevó a creer que las ilusiones podrían ser reales, que los sueños que tejía en mi mente no eran solo fantasías. Pero, como todo en la vida, lo que parecía un juego terminó revelando una cruda realidad: la frialdad de las personas y las traiciones que me hicieron perder el rumbo.
Dediqué tanto amor a quienes no lo merecían, creyendo que todo sería como en los cuentos de hadas. Pero al final, la traición se llevó esos sueños, y entendí que no todo es como esperas. Con el paso del tiempo, esas lecciones se convirtieron en parte de mi trayectoria, aunque no siempre fáciles de aceptar.
Sin embargo, a pesar de las heridas, nunca dejé de soñar. Hoy, aunque mis caminos aún no tienen claro destino, sigo buscando esa meta, ese futuro que pueda compartir con alguien. Algún día, espero encontrar a alguien que vea en mí no solo lo que fui, sino todo lo que puedo llegar a ser. Y con esa persona, quizás, podré finalmente cumplir mis sueños y dejar atrás las huellas de esos amores perdidos.