Las tardes de Bradford no eran precisamente calurosas. Todo lo contrario. Hacia muchísimo frío, y mas en pleno invierno. Y no es que salga a la calle porque me guste pasar frío... En realidad, se podría decir que es por una "buena causa". Mi padre empezó a beber desde la muerte de mi madre, a mis escasos 6 años, y no ha dejado el alcohol desde entonces, cuando yo tengo prácticamente recién cumplida la mayoría de edad. Él se negaba rotundamente a ir a las reuniones para desintoxicación, así que se me ocurrió hacerme pasar por alcohólica e intentar ayudarle de otra manera. Al fin y al cabo, él era lo único que me quedaba, y no miento si digo que lo daría todo por él. Me estaba haciendo a la idea de encontrarme rodeada de vagabundos con las ropas rotas, alcohólicos como mi padre o quizás alguna que otra empresaria que, de no ser por estar allí, nadie podrida ni siquiera sospechar lo que escondía. No me hubiese extrañado nada de eso, pero me sorprendí, y no se si para bien o para mal, cuando abrí la puerta de aquel oscuro lugar y encontré a un apuesto chico. Llevaba una chaqueta negra, su pelo, también negro, tenía un mechón rubio y sus ojos, también oscuros, fijos en mi. Todo en él parecía ser negro, como... oculto. Pero, ¿Sería su corazón también oscuro?