Era una alumna normal, nada fuera de lo común, con amigos, y problemas, como cualquier adolscente de 17 años. Hasta que le conocí a ella. Su mirada, sus ojos marrones, color miel, su pelo castaño que caía en cascada sobre sus delgados hombros, y su manera de hablarme. Todo aquello hizo que acabe enamorándome de una docente de mi colegio.